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De piedra a pezuña: un ensayo montés

  • Foto del escritor: Maria Paula del Portillo-Cure
    Maria Paula del Portillo-Cure
  • hace 4 días
  • 3 Min. de lectura

I. Nuevo materialismo

La escalada es una práctica que da cuenta de aquello que en la filosofía contemporánea continental llamamos "nuevo(s) materialismo(s)" porque todo escalador debe acoplar su cuerpo, acomodarlo, a la piedra. La roca ejerce su agencia material sobre el escalador. El ecólogo Arne Næes dice: "cuando comencé a escalar, sentí que los muros y las arrugas me invitaban cordialmente, diciendo 'ven [...] hay más grietas y huecos de los que puedes ver desde donde estás parado. ¡Confía en mí!" (Næes citado en Zimmerman, Ito y Saura 4). Lejos de ser un cuerpo inerte, sujeto a la voluntad humana, la piedra (y, si se quiere, la montaña) impone su modo de ser sobre el cuerpo humano.

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II. Devenir-roca

Debido a mi formación deleuziana, me gusta pensar que el mejor escalador es aquel que captura en su cuerpo el código de la piedra. Entonces, el escalador se crearía un cuerpo sin órganos en el que la rodilla, la mano, las piernas, los pies e incluso los dientes (a menudo utilizados para la cuerda) no cumplen una función biológica, sino que se reorganizan (en realidad, se desterritorializan) para escalar. La ruta es una composición de fuerzas e intensidades imperceptibles. Recuerdo ver a un escalador que se mordía los brazos con fuerza para continuar... como el masoquista de Deleuze y Guattari. Aunque caigo en el error de interpetar la escalada con base en una imagen del pensamiento deleuziana, digo que la ruta es una composición más-que-humana. La suerte de acoplamiento de los cuerpos del escalador y de la roca, durante la escalada, me hace pensar que el devenir no es un proceso de doble "domesticación" (contrario a lo que piensa Vinciane Despret en Cuando el lobo...). La escaladora que lleva su cuerpo al límite en la ruta, activa en sí misma afectos no-humanos. En el 2021 escalé por primera vez y descubrí que sí había un deporte que podía hacer, que me gustara, a pesar de mi columna (y mi debilidad). ¡Estuve tan feliz! Aquí sí cito a Despret: "lo que está realmente bien logrado en el acoplamiento [...] se traduce en nuevas maneras de ser activado" (Despret 150).


III. Fenomenología del cuerpo

Me atrevo a decir que, en su mayoría, los escaladores (así como cualquier otra persona) no están familiarizados con la filosofía de Deleuze (que tanto adoro). Pero ¡qué no daría yo por tener esos cuerpos! Y defino cuerpo, claro, en términos spino-deleuzianos: con base en la capacidad de afectar y ser afectado. Escalar es una sympoiesis en la que uno se deja ser afectado más: una experimentación corporal. Yo que me la paso leyendo, y tengo una operación en la columba, no soy muy buena escalando. Tampoco puedo percibir lo que los escaladores perciben. Me encanta que dicen "coge la regleta" y yo no veo nada en la roca. Siento fascinación por su percepción de la piedra. Sobre esto Cormac Coyle dice que "el lenguaje y el pensamiento están directamente relacionados con nuestra encarnación [embodiment] en el mundo, más que a un proceso intelectual", pues "el pensamiento auténtico y la expresión transforman la manera en la que el mundo se aparece ante nosotros. Tomemos, por ejemplo, cómo la práctica de la escalada puede transformar la manera en la que una persona experimenta sus posibilidades" cuando se enfrenta a una superficia rocosa (72). Así, escalar implica gestos que dan cuenta de un conocimiento corporal de la roca. El cuerpo piensa. Coyle, con base en Merleau-Ponty, incluso sugiere que escalar es un discurso corporal que expresa las significaciones de la piedra: "el discurso es un gesto, y la significación es el mundo" (Merleau-Ponty citado en Coyle 72). Los movimientos del escalador comprenden un diálogo no-verbal con la piedra.

IV.

Etología filosófica

Así, podemos afirmar que los animales escaladores tienen conocimiento: piensan por medio del cuerpo. También hablan con la roca.


V. Terolingüística (o poema por una cabra montés)


Espérame al pie de la montaña

La piedra es tan suave como el pelaje, tan rígida como las patas


Las pezuñas, agrietadas, tienen algo de roca


Bibliografía

Despret, Vinciane. Cuando el lobo viva con el cordero. Trad. Sebastián Puente. Editorial Cactus, Buenos Aires, 2023.


Ilustración por Laura Rojas (Flecha Roja)

Textos por Maria Paula del Portillo-Cure

Maria Paula del Portillo-Cure es miembro co-fundador de Revista Micelio. Para ver su perfil completo, te invitamos a ver nuestra sección "La revista".

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